“Lo que mal empieza, bien acaba”. (Thomas Münzer)
Aquel primer día de 1993 llovió como no lo había hecho en décadas en el Baix Llobregat. La plaza de la Estació de Castelldefels empezó a inundarse y, poco a poco, el agua empezó a caer por las escaleras del cine. La palabra suspender comenzó a flotar en el aire húmedo y frío que respirábamos. Estaba desolado, ¡todos lo estábamos! Thomas Münzer, un buen amigo y compañero del equipo del festival, se acercó, pasó su mano sobre mi hombro y me dijo: “Claudio, lo que mal empieza, bien acaba”.
Mientras achicábamos agua, repartíamos serrín y el público esperaba entre el cine y el bar vecino, aparcó un viejo “escarabajo” del cual descendió Carlos Belinchón, director del documental que proyectábamos. “El medio ambiente me da la bienvenida”, dijo Carlos.
Solo unos instantes separan a la euforia de la decepción, pero hay un antídoto que todo lo puede: la risa. Con los pantalones remangados y los zapatos empapados, la lluvia nos dio una tregua, el proyector se encendió y el Festival de Cine Ambiental más antiguo del mundo inició su andadura. Ese puntapié inicial tenía tanta fuerza que hoy, 30 años después, el balón sigue rodando y me resulta inimaginable que haya podido llegar hasta aquí.
“La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se aleja diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar”. (Fernando Birri)
El FICMA nació como una utopía y se convirtió en un camino hacia el horizonte: Cataluña, España, México, Latinoamérica y muchos países de todos los continentes, por los que transitamos miles de realizadoras y realizadores, distribuidores, productoras, espectadoras y espectadores jóvenes y adultos sumando sinergias, creyendo y haciendo palpable que el cambio es posible. Hoy somos más, muchos más, siguiendo la andadura, año tras año y edición tras edición, abriendo ventanas por donde entra un aire fresco, un mensaje de esperanza, una respuesta que ilusiona, una búsqueda de soluciones a los grandes temas y problemáticas de los que todos somos parte.
“El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”. (Bertolt Brecht)
Voy a hacerles una confesión: 30 años de SUNCINE son la mitad de mi vida, movida por la pasión por el cine y la naturaleza, alimentada de grandes dosis de perseverancia, entrega, optimismo y esperanza, para poder ofrecerles y compartir con ustedes, este espacio de entretenimiento, reflexión, arte y debate.
El cine y el audiovisual son una poderosa herramienta de transformación social y ambiental, y este festival lo lleva en su ADN.
Lo vivido y aprendido en el FICMA o, desde hace 6 años, SUNCINE —ya no se llama por sus siglas— es inagotable, imposible de narrar en uno o más folios; tal vez algún día coja formato de libro o de un documental, que recupere las tantísimas imágenes y momentos, películas y entrevistas a tanta gente que ha pasado y dejado su huella cinematográfica y/o activista tanto en la sociedad como en este festival. Es una deuda que tengo con vosotros y conmigo.
Haber fundado el SUNCINE me ha mantenido dentro y cerca de una industria y en una trinchera de la que me siento parte desde la adolescencia; la lucha permanente y sin fisuras, por la libertad y los derechos de todos los seres vivos que habitan el planeta. No rendirme nunca por muy adversos que sean los momentos.
“Empezar, es el secreto de salir adelante”. (Mark Twain)
En esta 30.ª edición del SUNCINE no puedo dejar de recordar y mencionar a todas y todos los compañeros que formaron parte del equipo desde sus inicios, entusiastas y verdaderos soñadores que aportaron su grano de arena para mantener vivo y encendido este proyector. Esa luz que da vida a este maravilloso arte que es el cine, tan necesariamente vital para iluminar nuestros presentes y futuros, engrandecer nuestras culturas y hacernos soñar e imaginar hasta lo impredecible.
“Sé agradecido”. (Mariluz Cabrera)
Han sido muchas las instituciones públicas y privadas que nos han acompañado en esta cruzada, y solo tengo palabras de agradecimiento para ellas. También para las decenas de miles de personas que confiaron en nuestra apuesta revolucionaria —a veces, incómoda para algunos— ¡y para quienes siguen creyendo que el cambio es posible, que la paz es posible, que la vida es posible!
Me siento profundamente honrado y afortunado de ser parte activa de este sueño colectivo. ¡Ser el padre de mi hija y del SUNCINE son dos de los amores más bellos que me ha dado la vida!
¡Gracias, de todo corazón!
¡Disfruten del SUNCINE y de sus películas de la misma manera que nosotras y nosotros hemos disfrutado haciéndolo!
Nota: “Thomas, esto aún no se ha acabado, amigo mío!”